Ya estamos en mediados de julio y eso significa que mi voluntariado aquí en Madrid está terminando poco a poco.
Hoy por la mañana terminé el campamento con Primera Prevención, mi asociación en Vallecas. Ahora me quedan justo 2 semanas en España y voy a intentar aprovechar lo más que posible del poco tiempo que me queda. De hecho ahora mismo estoy en un autocar yéndome a Málaga para visitar un amigo que vive allí. Pero lo voy a contar paso a paso:
Estuvimos una semana con mi asociación en la sierra entre Toledo y Ávila en el medio de la nada. Fue una experiencia que molaba un montón. Nos lo hemos pasado genial, tanto chavales como monitores. Aunque estuvimos en modo ola de calor con 40 y pico grados y tuvimos una plaga de cortapicha en una de las cabañas de los monis, estuvimos disfrutando mucho.
Claro, tengo mucho sueño (no me acuerdo cuando fue la última vez que estuve tan empanado y cansado como hoy) pero no pasa nada puesto que en dos semanas en Alemania tendré suficiente tiempo para descansar. Pienso que unos cuantos obstáculos, cómo el sueño que nos falta, no valen nada en comparación al grupazo que somos con los chavales y los monitores juntos. En esa semana de campamento, yo como voluntario, tenía muchas responsabilidades y un horario muy petado. No quedaba mucho tiempo para descansar pero vamos, no me esperaba un campamento relajado 🙂 Lo más importante: aunque tenía que hacer muchas cosas, no me sentía sobrecargado de responsabilidades. ¿Por qué? Pues, en los últimos 9 meses en la asociación yo poco a poco me estaba desarrollando, igual que los chavales, y semana a semana sintiéndome más seguro en mi rol de voluntario/monitor.
Aprendí un montonazo de cosas, cosas lingüísticas o cosas pedagógicas. Nunca en mi vida aprendí tanto en un año como en este. Poco a poco estaba conociendo a chavales majísimos y sus historias. Muchos de ellos llevan una mochila invisible con mucha mierda en su espalda y aprendí que la asociación es un sitio seguro para todos, un sitio donde todos pueden escaparse un poco de las pesadillas que algunos tienen en su casa. Dentro de la asociación, o en el campamento, nos ayudamos uno al otro para que la mochila de mierda pese menos y pienso que el campamento ha sido un éxito total para eso. Flipo.
También tengo que decir que me siento un poco triste porque hoy me tocaba despedirme de toda esa gente. Todos vuelven en octubre a la asociación… menos yo.
Como regalito de despedida me dieron una caja con cartas y manualidades de cada uno de la asociación, de los chavales y también de los monitores. Me dieron el regalito durante la fiesta de despedida y bueno la fiesta empezó con aplauso y muchas lágrimas, seguía con CocaCola y Palomitas y terminó con Reguetón a tope. Luego me quedé dormido a las 2 de la noche en la reunión del equipo. No sé si la falta de sueño era culpable de eso o la mezcla de emociones de esa tarde.
Ahora tengo vacaciones y decidí visitar un amigo mío que vive en Málaga. A lo mejor no ha sido la mejor idea coger un trayecto en bus que tarda 7 horas justo después del campamento, pero vamos, luego en agosto en Alemania tendré mucho tiempo para descansar, aquí tengo que aprovechar a tope del poco tiempo que me queda. Encima creo que unos días con playa, piscina y todo son justo lo que merezco después de una semana de trabajo muy duro 🙂
Los viajes también forman una gran parte de mi voluntariado. Como todos los voluntarios tienen un número de días de vacaciones fijo, hay que aprovecharse de eso 😉 Yo por ejemplo en Semana Santa ya estuve unos días en Málaga y en marzo me fui con un amigo de Alemania a Canarias. Además hice otros viajes cortitos, como por ejemplo a Ávila, Salamanca, Toledo y Guadalajara o a los pueblos alrededor de Madrid. Antes del voluntariado no me esperaba tener tanto tiempo para viajar, mola bastante.
En estos días me toca despedirme de toda la gente que conocí aquí en Madrid. Es muy duro porque por culpa de cosas de las unis y tal ya sé que no puedo volver pronto a Madrid. Por el momento el 2 de agosto es la fecha de caducidad de mi vida aquí en Madrid y eso no me gusta nada. Sin embargo tengo que decir que he tenido un año chulísimo aquí y cuando vuelva a Alemania me quedaré con todos los recuerdos que he ido recogiendo durante diez meses aquí. Me quedo con los recuerdos de mis amigos, de la gente con la que estaba trabajando, de mis viajes, de las expresiones que aprendí aquí y, claro, también de la ciudad en general. Porque Madrid es una ciudad que mola bastante, por no decir que «¡Mola mazo!».
Ha sido una de las mejores ideas hacer un voluntariado en Madrid. Me gustaría volver pero ya sé que será muy complicado. Ya me prometí que volveré, no sé cuando pero ¡algún día voy a volver!