Bonjour!
Me llamo Violeta, tengo 27 años y a principios de marzo de este año comencé (por fin) mi proyecto con el Cuerpo Europeo de Solidaridad.
Después de haber trabajado en Europa Joven Madrid y haber visto a tanta gente ir y venir de sus proyectos de voluntariado, tan felices… y haber visto también la parte no tan buena de una experiencia así, por fin me decidí y elegí el que creo que es el mejor proyecto que podía elegir, y que por suerte también me eligió a mi: Malagne Archeoparc de Rochefort.
Rochefort es un pueblo de Valonia, la zona sur de Bélgica, en la que se habla francés (menos mal que no tengo que aprender flamenco…). Es un pueblo de 12.000 habitantes, la mitad que mi lugar natal en Madrid, y la gente se saluda por la calle, lo que demuestra que es un pueblo.
Mi día a día en el proyecto comienza dando de comer a los animales y asegurándome de que están bien. El resto del día es más improvisado y depende de las necesidades del lugar. El primer mes ha sido la preparación para la apertura al público de Malagne, por lo que las tareas han sido sobretodo relacionadas con poner el parque bonito para la apertura.
La vida en la granja en un pueblo remoto es mi sueño de la infancia, pero no es para todo el mundo, y también tiene sus cosas no tan positivas, como que los últimos buses de vuelta a casa son a las 19.00 entre semana, que los fines de semana solo hay transporte cada dos horas, y la estación de tren está a 50 minutos andando, y que el ocio es bastante limitado. Pero también tiene la tranquilidad y la seguridad de la vida en el campo.
Los fines de semana los dedico a descubrir Bélgica y hacer planes con el resto de personas voluntarias del pueblo de al lado. Aprovechando que llega el buen tiempo ahora (el sábado hizo 26º en Namur, el tiempo se está volviendo totalmente loco…) estamos haciendo excursiones y disfrutando de los bosques y campos de Valonia, y sorprendentemente, desde que llegué he visto el sol más de una y más de dos veces.
El francés es otro tema, mi organización de apoyo me buscó clases de francés una vez a la semana, gratuitas, y lo cierto es que noto que mejora bastante deprisa, aunque tengo la suerte de poder comunicarme también en inglés, e incluso en castellano con algunas personas de mi proyecto.
La conclusión de todo esto es que, estoy siendo muy muy feliz en Bélgica (sí, aunque el tiempo sea terrible), estoy viviendo mi sueño de trabajar en una granja, conociendo gente maravillosa, y haciendo cosas que no pensaba que haría.
Elegir este proyecto para mi Voluntariado Europeo ha sido una de las mejores decisiones, así que si aún dudas de si lanzarte a la aventura o no, no sé a qué esperas 😉
¡Nos vemos por aquí próximamente!
Violeta.