Mi nombre es Camila, tengo 27 años y doble nacionalidad: noruega y ecuatoriana, más vivo en Noruega hace ya muchos años. Estudio Psicología Sanitaria y durante los veranos suelo conseguir un trabajo temporal. Sin embargo, este último verano decidí hacer algo diferente. Por casualidad, escuché a alguien hablar sobre el Cuerpo Europeo de Solidaridad, y me llamó mucho la atención la posibilidad de vivir una experiencia distinta. Así que, por mi cuenta, ingresé a la página web y busqué proyectos que se ajustaran al tiempo disponible que tenía en verano. Tuve la gran suerte de encontrar un proyecto de corta duración al que apliqué con mucha emoción, y para mi alegría, fui aceptada.
Un par de semanas después estaba de camino a Madrid. Tenía claro que sería una experiencia muy enriquecedora, tanto personal como profesionalmente, y no me equivoqué. Desde el momento en que llegué, fui recibida con gran calidez por Europa Joven Madrid. Me alojaron en un piso en Vallecas, que tenía una terraza preciosa donde disfrutaba mucho sentarme a comer y contemplar el atardecer. Me sentí muy segura en el barrio, que además estaba bien conectado con la red de metro y autobuses, por lo que nunca fue un problema desplazarme por la ciudad.
Mi proyecto comenzó con un curso muy completo de primeros auxilios, lo que me hizo sentir más preparada para mi labor con los niños y jóvenes de la asociación «Krecer», donde realicé mi principal actividad de voluntariado. Mi trabajo voluntario incluyó una variedad de actividades en las que pude participar, desde la preparación de materiales hasta una semana de campamento de día y una de campamento con pernocta. Los campamentos de día fueron una excelente oportunidad para conocer más a fondo el trabajo de la asociación y para conectar mejor con los niños y jóvenes. Esa semana estuvo llena de días soleados, piscina, Aquopolis y parque de atracciones. Mi responsabilidad era apoyar organizativamente en la realización de las actividades junto a mis compañeros monitores y, además, cuidar y atender las necesidades de los niños y jóvenes. Sin embargo, también tuve mucho espacio y tiempo para divertirme participando activamente en estas actividades. Me llevo en el corazón momentos como aquel en el parque de atracciones, donde inicialmente tenía un poco de miedo a subir a las atracciones, pero finalmente me atreví a enfrentar ese miedo porque los niños me invitaban a acompañarlos. Al final, me divertí muchísimo.
La parte más desafiante, pero también la más hermosa de todo el voluntariado, fue para mí el campamento con pernocta en Valencia. Fue desafiante porque dormíamos muy poco y había muchas actividades que llevar a cabo durante el día. Pero también fue hermoso porque fue el lugar donde mejor llegué a conocer a todos y donde más vi reflejada la labor tan grande de la asociación, la pasión vocacional de mis compañeros, y la alegría y el agradecimiento en los niños. Además, me ayudó a aprender muchas cosas sobre mí misma, como, por ejemplo, que se me daba mejor trabajar con infancia. Esto fue bien recibido por el equipo técnico, quienes me ayudaron ubicándome en grupos donde mejor podía desarrollar las actividades. Al mismo tiempo, esto me hizo reflexionar acerca de todo lo que aún me queda por aprender para, en el futuro, poder desenvolverme mejor con jóvenes. Toda esta información es muy valiosa para mí en mi carrera profesional.
Uno de los momentos que más llenó mi corazón y uno de mis recuerdos favoritos fue la ronda de agradecimientos que hicimos el último día. Fue muy emotivo escuchar en sus propias palabras a los niños decir que se lo habían pasado bien y que estaban felices de haber vivido esta experiencia junto a nosotros. Esa noche lloré mucho, ya que me invadió una felicidad muy pura y fue reconfortante saber que había contribuido a generar un impacto tan positivo.
Además del crecimiento personal, emocional y profesional que siento que me aportó esta experiencia, también hubo un enriquecimiento cultural. En mis momentos libres, aprovechaba para visitar todo lo que podía de arte, cultura, historia y demás que Madrid tenía para ofrecer. Fui a museos increíbles como el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el Museo del Traje, el Museo Cerralbo, entre otros. También visité lugares impresionantes como el Templo de Debod, la Catedral de la Almudena, el Parque del Retiro, la Plaza del Sol, etc. Cada momento libre era emocionante, porque Madrid tiene todo tipo de planes para ofrecer, y eso también me ayudó mucho a desconectar y disfrutar de las cosas que me gustan, además de pasar tiempo conmigo misma reconectando con mis intereses.
En general, esta experiencia ha sido una pincelada de luz en mi vida, y se ha convertido en parte de quien soy, además de ser uno de los recuerdos más bonitos y preciados que tengo. Si algo lamento es no haber descubierto el Cuerpo Europeo de Solidaridad antes, ya que me hubiera encantado participar en más experiencias como esta desde más joven. Pero también soy creyente de que las cosas llegan en su momento y cuando estás preparado para ellas. Me gusta pensar que todo se alineó a la perfección para que yo participara en esta experiencia en el momento correcto. Eso no significa que no tuviera miedos o nervios al respecto, pero he comprobado que vale la pena salir de tu zona de confort para hacer algo tan significativo. Y con eso me quedo.
Gracias por leerme.