Mi sueño desde que acabé el Erasmus era volver a vivir a Italia en algún momento. Quizá se me estaba alargando la dichosa depresión post Erasmus más de lo debido… Cuando acabé la universidad, en septiembre de 2023, ya habían pasado dos años de su inicio. Y entonces descubrí que la Unión Europea tiene otros proyectos además del Erasmus para facilitar a los jóvenes el vivir en otros países de Europa, como el Cuerpo de Solidaridad Europeo.
Ya entonces esa idea empezó a rondar por mi mente, pero todo el mundo me repetía que aprovechara que tenía los conocimientos de la carrera frescos para opositar este año, y yo tenía la cabeza hecha un lío. Tardé unos meses en darme cuenta de que no quería opositar y ser profesora ahora mismo, no sin antes vivir otro tipo de experiencias que dentro de unos años no podría. Así que en enero comencé a mirar las oportunidades que había y en mi caso fue muy sencillo: tenía claro que quería volver al norte de Italia y hacer algo relacionado con la cultura. Encontré una opción perfecta: un centro cultural, social y ambiental en Vicenza, en el Véneto. Me inscribí y en seguida me contactaron para entrevistarme. Una semana después me comunicaron que querían contar conmigo y a las dos semanas empezaba mi nueva vida en Vicenza. Es decir, en cuestión de un mes mi vida cambió por completo. Y qué feliz estoy de haber dado ese paso.
No os voy a mentir, no todo es un camino de rosas. A veces la convivencia con gente de otras culturas puede ser complicada, hacer amigos en otro país no es fácil, y la lluvia de esta ciudad me ha quitado las ganas de todo en alguna que otra ocasión. Pero qué bonito y gratificante es sentir que estás haciendo una labor importante, ayudando a una comunidad; comprender y empatizar con gente de otros países cuyas culturas se alejan muchísimo de la tuya y llegar a sentir que son tu segunda familia; enamorarte de la que por unos meses será tu nueva ciudad, tu nueva casa…
Mi voluntariado, como ya he dicho, es en un centro social y cultural, así que hacemos muchos eventos culturales, actividades con niños, y en cada turno, además de sentirme útil y ganas muchas nuevas competencias, me divierto muchísimo y disfruto de los eventos como una más. Además, es un sitio muy activo políticamente, declarado antifascista, cosa muy necesaria en esta región italiana y que me está haciendo abrir los ojos más todavía y tener ganas de encontrar un lugar parecido en el que participar activamente cuando vuelva a Madrid. Y no solo eso, sino que además me ha hecho replantearme todo mi futuro laboral y tener nuevas expectativas y vocaciones.
En definitiva, esta es una oportunidad que no te puedes perder si tienes entre 18 y 30 años, porque de una forma u otra te va a cambiar la vida! Yo me sentía muy perdida antes de empezar el voluntariado y ahora siento que por fin he encontrado mi rumbo. Y esta es una experiencia común en casi todos los demás voluntarios y voluntarias que he conocido durante estos meses.
Anabel.