Coucou!
Me presento, mi nombre es Lidia, soy de Madrid, tengo 24 años y estoy haciendo un voluntariado europeo con el ‘Cuerpo Europeo de Solidaridad’ en Graulhet, un pequeño pueblo al sur de Francia.
Antes de explicar cómo esta experiencia está ayudándome a cambiar como persona, es conveniente desarrollar cómo he llegado hasta aquí.
Estudié Periodismo en la Universidad y, tras varias prácticas en las que pude aplicar mis conocimientos, pero no me llenaron lo suficiente; decidí estudiar un Máster en Protección Internacional de los Derechos Humanos, para así conseguir encauzar un poco más mi vocación y mi objetivo vital: tener los recursos y la información necesaria para ayudar a los demás de manera efectiva.
Así, tras ello, me vi en una encrucijada, y decidí aplicar la teoría a la práctica. De esta manera, me animé a hacer un voluntariado en un proyecto que me apasionase, pudiendo aportar mi experiencia, pero abierta a aprender.
Actualmente soy voluntaria en la MJC (Maison des Jeunes et de la Culture) de Graulhet, una casa de la cultura para jóvenes que cuenta con todo tipo de actividades. Mi tarea principal aquí es promocionar la movilidad entre la juventud, enseñándoles todas las oportunidades que tienen a su alcance, especialmente dentro de la Unión Europea. Para ello, participo en diferentes ferias, conferencias, seminarios, charlas…
También estoy involucrada en un proyecto llamado ‘Opera’, que busca a los jóvenes de la región que no estudian ni trabajan, para poder ayudarles con su futuro. En esta asociación tienen muy en cuenta mis intereses, por lo que puedo implicarme en aquello que me llame la atención, y a veces igualmente proponemos juegos para los niños que vienen a divertirse.
Aún así, tengo muchas ideas en mi cabeza que me gustaría desarrollar para encontrar cuál es realmente mi rol aquí y cómo de verdad puedo aportar en este proyecto.
El principal reto para mí está siendo el idioma. Llegué aquí sin saber nada de francés, y aunque cada vez entiendo más, aún me cuesta mucho ser capaz de comunicarme. Con mi compañera y mi tutora puedo hablar en inglés, pero la mayoría de personas no lo hablan, y eso a veces es un problema. Aún así, intento estudiar todos los días y espero que en poco tiempo pueda desenvolverme para facilitar mi integración. También, donde vivo no hay demasiada gente joven interesada en movilidad, por lo que es un reto a veces complicado atraer a personas a las actividades que organizamos.
Respecto al equipo de trabajo, solo tengo buenas palabras. Me ayudan mucho, están muy pendientes de si tengo algún problema y tienen mucha paciencia. También he tenido suerte con mi compañera voluntaria, nos llevamos muy bien y congeniamos a la perfección. Para mí, el proceso de adaptación ha sido bastante fácil gracias a ello.
Aunque aún no llevo demasiado tiempo aquí, ya he podido vivir muchas experiencias distintas, estoy conociendo gente de diferentes partes del mundo y cada día es un aprendizaje nuevo. El mejor momento del voluntariado hasta ahora fue cuando fuimos a una convención relacionada con el medio ambiente y la huella ecológica, temas que me interesan especialmente, todo ello en una casa rural con vistas a los Pirineos. No hay mejor escenario.
Finalmente, algo que me llamo mucho la atención fue la primera vez que fuimos a comer a un restaurante. A la hora de pedir los postres, ¡una de las personas de mi equipo pidió queso! Y, por supuesto, le trajeron una tabla con diferentes tipos. Aquí es muy importante, y me parece muy gracioso y a la vez muy conveniente, porque yo amo el queso también.
Por último, quería dar las gracias a Europa Joven Madrid por su ayuda continua y ponerlo todo más fácil, y animar a todos aquellos que estén dudando. ¡No os arrepentiréis!
Si queréis saber más sobre mi experiencia, tengo una cuenta de Instagram dedicada a hablar sobre lo que hacemos diariamente: @volontaires.graulhet
